Pilar de Zubiaurre » Biografías
Hamaika Bide parte en sus trabajos de unos planteamientos al margen de partidos políticos o de encasillamientos ideológicos. De esta manera aborda el estudio de exiliados y exiliadas de cualquier condición o posicionamiento político entendiendo que todos ellos han realizado una aportación valiosa a la cultura del pueblo vasco. Por lo tanto en esta sección se irán intergrando biografías de personalidades vascas sin más nexo entre sí que el haber compartido un destino común: el exilio.
Zubiaurre, Pilar de
Estudios: Estudios musicales y lenguas modernas.
Profesión y actividades culturales: Escritora y marchante de arte-pintura.
Lugares y fechas de exilio:
1º: Francia: 1938
2º: México: 1938-1970
BIOGRAFÍA
Pilar de Zubiaurre nació en Garay (Bizkaia) el 24 de julio de 1884 en el seno de una familia acomodada, compuesta por sus padres Paz Aguirrezábal y Valentín María de Zubiaurre, quien fue maestro compositor de la Real Capilla de Madrid, y por sus hermanos mayores, los pintores Valentín y Ramón de Zubiaurre. La relevancia artística que sus dos hermanos alcanzaron ha provocado que la figura de Pilar de Zubiaurre haya pasado desapercibida para la crítica hasta fechas recientes. Asimismo, permaneció en un segundo plano al casarse con Ricardo Gutiérrez Abascal, más conocido por su pseudónimo “Juan de la Encina” quien fue un famoso crítico de arte y director del Museo de Arte Moderno de Madrid. Otro motivo que explica la falta de estudios sobre Zubiaurre es el hecho de que apenas publicó escritos, y los pocos artículos que redactó los dio a la luz bajo pseudónimos. Sin embargo, Pilar de Zubiaurre jugó un papel muy relevante en las culturas vasca y española de los años veinte y treinta, y durante los más de treinta años que pasó exiliada en México colaboró activamente en el mantenimiento de lazos de unión entre los españoles exiliados por medio de la organización de reuniones y de la correspondencia que mantuvo con muchos de ellos.
La educación formal que recibió Pilar de Zubiaurre consistió principalmente en estudios musicales y de declamación, con los que llegó a convertirse en una experta pianista, así como en el aprendizaje del francés y del inglés, idiomas que logró dominar tanto en la expresión escrita como en la oral y que practicó en sus viajes a otros países y con sus amigos extranjeros. En su juventud, visitó Francia e Inglaterra acompañando a sus hermanos y allí conoció a artistas de diferentes nacionalidades. A lo largo de su vida, Zubiaurre trabajó mucho por la carrera de sus hermanos, quienes al ser sordos se apoyaron en ella para todo lo relacionado con la organización de sus exposiciones y la venta de sus cuadros. De hecho, gran parte del éxito de los pintores Zubiaurre se debió sin duda a la labor emprendida por su hermana, que no sólo actuó como su representante, sino que también parecía desempeñar con ellos una función tutelar o maternal. La propia Pilar tenía dotes naturales para la pintura, pero sus padres le disuadieron de que se dedicara a las artes. La oposición paterna a sus ansias creativas provocó en Zubiaurre sentimientos de frustración, reflejados en algunos fragmentos de su diario, donde muestra sus inalcanzables deseos de triunfar en el mundo del arte y de recorrer el mundo. Sin embargo, por medio de la asistencia a sus hermanos, Zubiaurre logró imbuirse en el ambiente cultural español del primer tercio del siglo XX y conocer a las figuras más destacadas del momento. Así, ella era la encargada de organizar las tertulias que se llevaban a cabo en el estudio que sus hermanos poseían en Madrid. A estas reuniones, conocidas como “los sábados de los Zubiaurre”, acudía la élite intelectual de la época, desde José Ortega y Gasset hasta Pedro Salinas, Juan Ramón Jiménez, Diego Rivera y Manuel de Falla, entre otros. Pilar de Zubiaurre también intimó con otras personalidades relevantes de la cultura como Benito Pérez Galdós, Federico García Lorca, quien le dedicó la serie de poemas “Tres ciudades”, o la familia Baroja.
Ahora bien, fue el Lyceum Club Femenino, la primera asociación cultural de mujeres en España, dirigida por María de Maeztu, el espacio en el que Zubiaurre logró desarrollar de manera más libre y activa sus anhelos de participar en el ambiente cultural de la época. Zubiaurre fue una de las cofundadoras del club y se encargó del área de literatura desde 1928 hasta finales de 1932. El Lyceum Club posibilitó que las mujeres con preocupaciones intelectuales pudieran compartir y dar a conocer sus creaciones literarias. Allí Zubiaurre intimó con escritoras como Ernestina de Champourcin, Alfonsina Storni, María de Maeztu, Zenobia Camprubí o Concha Méndez. Además, se realizaban numerosas conferencias, exposiciones y actos culturales en los que participaban tanto intelectuales españoles como extranjeros. Una de las conferencias que causó mayor polémica fue la ofrecida por Rafael Alberti el 10 de noviembre de 1929, titulada “Palomita y galápago (No más artríticos!)”, en la que en tono de burla criticaba a algunos escritores famosos, algunos de ellos esposos de mujeres del Lyceum. Zubiaurre, al igual que Champourcin, adoptó una actitud positiva ante la charla y la consideró como propia de las experimentaciones vanguardistas del momento, mientras que muchas socias, especialmente las de mayor edad, abandonaron la sala porque se sintieron afrentadas.
Zubiaurre también participó en el proyecto de la Escuela Plurilingüe, llamada después Escuela Internacional Española, que fue creada por José Castillejos y consistía en un colegio en el que se enseñaban dos idiomas extranjeros a los niños. Precisamente, su único hijo, Leopoldo Gutierrez de Zubiaurre, atendió esa escuela, que seguía los postulados liberales de la Institución Libre de Enseñanza. Zubiaurre siempre se preocupó de la situación de la infancia, como lo demuestra el hecho de que a principios de la guerra civil dirigiera un orfanato ocupado por las milicias republicanas en el que estaban alojadas más de trescientas niñas. Ya en el exilio también colaboró en el mantenimiento de una escuela en la zona desfavorecida de México D.F.
Durante la guerra civil española, el gobierno republicano nombró al marido de Zubiaurre vocal de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico, lo que hizo que la familia abandonara Madrid y se dirigiera a Valencia junto con otros intelectuales republicanos. En 1937 se trasladaron a Barcelona, donde Zubiaurre organizaba algunas tertulias en casa de la familia Farreras. En 1938, el presidente de la Segunda República, Juan Negrín, acordó la salida del país de varios intelectuales que habían sido invitados por el gobierno mexicano para formar parte de La Casa de España, posteriormente denominada El Colegio de México. Entre ellos se encontraba Juan de la Encina. Fue entonces cuando comenzó el largo exilio para Zubiaurre y su familia, quienes desde Francia partieron a Nueva York, donde permanecieron nueve días durante los cuales visitaron a Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí. Esta última fue amiga íntima de Zubiaurre y mantuvieron correspondencia durante muchos años. Desde Nueva York, Zubiaurre y los suyos llegaron en tren a la ciudad de México el 20 de octubre de 1938. Zubiaurre sufrió de una salud delicada toda su vida, pero especialmente la guerra mermó sus fuerzas, por lo que los primeros cuatro años en México los pasó aquejada de una severa debilidad física.
Durante su exilio, Zubiaurre continuó inmersa en el ambiente intelectual por medio de las diversas reuniones a las que acudía junto a su marido, especialmente la del industrial asturiano Carlos Prieto y su esposa, a la que asistían personalidades como Pedro Salinas, Pablo Casals y Carlos Bousoño. Asimismo, Zubiaurre y De la Encina organizaban una tertulia en su casa los domingos, con la presencia de varios m édicos mexicanos y de exiliados como Juan Jos é Domenchina y Ernestina de Champourcin. En México, Zubiaurre también siguió encargándose de organizar las exposiciones de su hermano Valentín.
Zubiaurre experimentó el exilio con una gran nostalgia por su tierra vasca. En los artículos que escribió en México se aprecia el recuerdo constante del paisaje de Euskadi en sus múltiples dimensiones: la aldea, los arroyos, la neblina, el hogar, el mar Cantábrico, la costa, los faros, la ermita o la siega. La autora parte al comienzo del artículo de la realidad mexicana, que le lleva a rememorar aquella otra realidad que dejó atrás debido al exilio. En algunos artículos, Zubiaurre realiza retratos de personajes específicos, cuya identidad sólo se revela en las últimas líneas, como es el caso del pintor Antonio de Lecuona, Valentín María de Zubiaurre o Pío Baroja. En otros, se despide de amigos que acaban de fallecer, tales como Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí.
La añoranza de su tierra hizo que Zubiaurre visitara España y el País Vasco en diversas ocasiones. El primer viaje de regreso lo realizó en 1951 para solventar diversas cuestiones personales surgidas a partir del fallecimiento de su madre. Permaneció en España ocho meses, durante los cuales retomó numerosas de sus amistades. Posteriormente, tras convencer a su marido para que le acompañara, regresó a España en 1955, realizando varias excursiones a distintas regiones. Un año más tarde volvía para estar presente en la entrega de la Medalla de Honor a su hermano Valentín en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid. A partir de la muerte de Juan de la Encina en 1963, Zubiaurre retornaba a España todos los años, hasta que finalmente falleció en México, el 24 de junio de 1970. En la actualidad sus restos descansan en el cementerio de Garay.
Pilar de Zubiaurre permaneció en la sombra de sus hermanos y esposo, quienes fueron los que recibían la atención del público. Seguramente por este motivo decidió servirse de pseudónimos para firmar los escasos artículos que publicó. A pesar de que su producción literaria es reducida, sus escritos nos revelan a una mujer culta, con una gran capacidad creativa en la que la Naturaleza y el paisaje vascos constituyen un eje fundamental. Gracias a su carácter abierto y sociable, Zubiaurre fue ante todo una figura cultural del momento, amiga de numerosos intelectuales españoles y extranjeros, tanto durante la Segunda República como en el exilio mexicano.
DATOS BIBLIOGRÁFICOS
-Pilar de Zubiaurre: Evocaciones. Artículos y diario (1909-1958). Edición e introducción de Iker González-Allende. Donostia: Editorial Saturraran, 2009. 331 pp. ISBN: 978-84-934455-7-7.
Autor: Iker González-Allende
University of Nebraska-Lincoln