DEBATE SOBRE LA TERMINOLOGÍA DEL EXILIO
Los exilios son realidades históricas y sociológicas que con el paso del tiempo se transforman en fenómenos culturales. Cuando de la experiencia vital se pasa al análisis conceptual, la historia se convierte en cultura. El exiliado vive; el estudioso reflexiona. La vivencia existencial del exiliado se hace concepto y terminología en la crítica y en el ensayo histórico. Sin embargo, en este contexto de ambivalencias y oposiciones, existe una verdad innegable: es difícil, propiamente imposible, poder expresar con propiedad y exactitud a través de planteamientos lógicos la complejidad y la variedad del hecho existencial y, como tal, del fenómeno exiliar. La palabra no expresa con exactitud la vivencia, máxime cuando ésta se caracteriza por su heterogeneidad. Por otro lado, los estudiosos del hecho exiliar nos movemos en un laberinto de términos sin una definición previa. Se impone, en primer lugar, una reflexión seria y profunda sobre la conceptualización empleada por la crítica a la hora de cuestionar y valorar el fenómeno exiliar. En segundo punto de vista, se trata de plasmar en ejemplos concretos lo que la teoría dicta. Estos dos campos de referencia delimitaban los espacios críticos de este libro: El exilio: debate para la historia y la cultura (Coord.. José Ángel Ascunce. San Sebastián: Editorial Saturraran, 2008. I.S.B.N. 978-84-934455-6-0), en el cual se recogen las ponenecias desarrolladas durante el congreso del mismo título desarrollado en Donostia-San Sebastián en octubre del 2007. Esta estrategia de análisis marca con precisión los caminos de este volumen. Interesa plantear los términos tradicionales —exilio, exilio interior, transtierro, emigración, refugiado, destierro, etc.— como medio de reflexión y análisis teórico. Al mismo tiempo, se busca el estudio de ciertas situaciones o personajes que con sus ejemplos personales inciden en estos temas de estudio. Por eso, dentro de un grado de libertad de enfoque, se han privilegiado dos espacios de reflexión: el exilio del periodo franquista y el exilio vasco que transcurre desde 1898 hasta 1936, desde la crisis de la modernidad hasta la Guerra Civil. Son referencias interesantes para crear un debate siempre vivo y propicio para la reflexión y el análisis. No es el propósito del libro acotar un terreno, sino, en lo posible, proyectar nueva luz sobre un tema tan complejo por su variedad de enfoques y perspectivas.
Esta filosofía de trabajo impone sus propias normas. En primer lugar se ha llegado a un acuerdo entre los colaboradores del volumen para precisar y proponer una semántica concreta a cada uno de los términos más habituales de los estudios exiliares. Se podrá o no estar de acuerdo, pero lo expuesto sobre los conceptos debatidos, -exilio interior, transtierro, emigración, refugiado, destierro-, es el resultado de una serie de arduas y vivas discusiones. No todos opinaban de la misma manera, pero se impuso con criterio democrático la opinión de la mayoría. Era el único medio de hacer operativos un encuentro y unos debates. Las conclusiones las puede encontrar el lector en las páginas del libro. No son conclusiones definitivas y totalitarias. Son simples pasos adelante en un camino siempre abierto a nuevas propuestas y a nuevos estudios.
El volumen ofrece veintidós estudios, subdivididos en cuatro apartados: “Debate sobre una terminología”, “Exilio español de 1939”, “El exilio vasco de 1898 a 1936” y “Voces del exilio”. En el primer apartado colaboran: José Ángel Ascunce: “El exilio entre la experiencia subjetiva y el hecho cultural: tema para un debate”; Manuel Aznar Soler: “Los conceptos de exilio y exilio interior”; Luis de Llera: “El falso concepto de transtierro”; Mónica Jato: “El retorno como exilio” y Francis Lough: “La literatura del exilio y la cultura europea”. En la segunda parte ofrecen sus ideas: Helena Buffery: “Ecologías del exilio: paisaje, identidad y representación en el teatro del exilio republicano”; Mario Martín Gijón: “El campo literario del exilio y su integración en los países de acogida”; Ana González: “La visión de América en la literatura exiliada”; Michele Porciello: “Sobre el concepto de hispanidad en E. Nicol” y Elisenda Marcer: “Diálogo entre la luz y la oscuridad”. El tema del exilio vasco de 1898 a 1936 comprende nueve entregas: Xosé Estévez: “Euskadi (1898-1936). De la crisis de la modernidad a la Guerra Civil”; Alberto Irigoyen: “Exilio y hemerografía vasca anterior as la Guerra Civil”; Mercedes Acillona: “Simbología del exilio unamuniano”, María Bueno: “La mirada viajera de libertad de Tomás Meabe”; María Luisa San Miguel: “Sebastián de Amorrortu: testigo del primer exilio del nacionalismo vasco”; Iker González: “El imperialismo espiritual de Ramón de Belausteguigoitia”; José Ramón Zabala: “Juan Goyanarte” e Iñaki Beti: “El exilio del 39 como experiencia interna. Los casos de Martín de Ugalde y Carlos Blanco Aguinaga”. Cierra el volumen las memorias de Ana María Ruiz de Guilarte con su trabajo “Los exilios del exilio de Cecilia G. de Guilarte”.