Cecilia García de Guilarte » Biografías
Hamaika Bide parte en sus trabajos de unos planteamientos al margen de partidos políticos o de encasillamientos ideológicos. De esta manera aborda el estudio de exiliados y exiliadas de cualquier condición o posicionamiento político entendiendo que todos ellos han realizado una aportación valiosa a la cultura del pueblo vasco. Por lo tanto en esta sección se irán intergrando biografías de personalidades vascas sin más nexo entre sí que el haber compartido un destino común: el exilio.
García de Guilarte, Cecilia
Seudónimo: Cecilia G. de Guilarte
Estudios:
Profesión preferente: Periodista y escritora
Actividades culturales: Periodista, escritora, profesora universitaria, etc.
Exilio:
Lugares y fechas del exilio:
Francia: febrero de 1939 – junio de 1940
México: 1940 – 1963
Cecilia García de Guilarte, -pronto redujo el apellido García a una inicial punteada G.-, nació en la localidad de Tolosa el 20 de diciembre de 1920. Sus padres, originarios de La Bureba, emigraron a Guipúzcoa, instalándose en Tolosa, donde nacieron sus cuatro hijos: Cecilia, Ricardo, Félix y Esther.
El padre de Cecilia, trabajador de la Papelera Española, era militante de la CNT. Preocupado por la política y llamado por la cultura, fue determinante en la vida y en la vocación de nuestra novelista. En unos momentos en que no eran nada proclives para el desarrollo cultural y profesional de la mujer, supo alentar en todo momento la vocación de escritora de su hija.
Cecilia cursó los Estudios Primarios en el colegio de las Hijas de Jesús de Tolosa. Ya en época muy temprana descubrió su vocación por la escritura. Desde siempre supo que quería ser escritora. Una revista de Barcelona publicó su primer escrito, cuando sólo tenía once años. Más tarde, siendo una adolescente, se convirtió en corresponsal de un periódico de la CNT madrileña. Allí mandaba de forma un tanto asidua sus primeras colaboraciones. Antes del estallido de la Guerra Civil ya había conquistado un cierto nombre en el mundo del periodismo. Sus entregas literarias y periodistas iban ganando cada vez más prestigio y su firma aparecía en más revistas y publicaciones: Bilbao, Canarias, Madrid, etc. Colaboró en el periódico En marcha de Canarias, donde publicó una serie de entregas sobre el tema «Breve historia de la lucha de clases en Italia». En 1935 fue contratada por Vicente Sánchez Ocaña como colaboradora para la revista madrileña Estampa. Siguiendo el consejo del director de Estampamodificó su primer apellido, reduciéndolo a su inicial mayúscula G. También en ese mismo tiempo probó suerte en el campo de la creación literaria. Con veinte años consiguió que le publicaran sus primeros escritos estrictamente literarios. Van a ser sus primeras novelas cortas: Locos y vencidos (Barcelona, 1935), Mujeres (Barcelona, 1935) y Rosa del rosal cortada (San Sebastián, 1936), Los claros ojos de Ignacio (San Sebastián, 1936).
El 18 de julio de 1936 estalló la Guerra Civil. La vida de Cecilia tuvo que tomar nuevos rumbos. Por circunstancias del momento histórico se convirtió en una de las primeras mujeres corresponsales de guerra. Tenía en ese momento veinte años. Su nuevo cargo periodístico la obligó a cubrir todo el frente norte de Euskadi. A esto le ayudó el cargo de su marido, Amós Ruiz Girón, con quien se había casado en Portugalete (Vizcaya) el 2 de mayo de 1937. Perito agrícola de profesión, había sido nombrado por el propio lehendakari Aguirre comandante del Batallón Disciplinario de Euskadi. Cecilia y Amós, zarandeados por el vendaval de la guerra, recorrieron el frente norte, el uno como militar y la otra como periodista: Bilbao, Santander, Gijón y Asturias. Pero para ese momento la suerte estaba echada. Para evitar malos mayores se tuvieron que exiliar a Francia, aunque ella regresara a España, vía Cataluña. En mayo de 1938 nació su primera hija, Marina. Permaneció en Cataluña hasta febrero de 1939. Poco antes de acabar la guerra pasó de forma definitiva a Francia, iniciando un largo exilio, lleno de penalidades pero también de conquistas y alegrías.
En Francia continúó su labor periodística. Colaboro, según sus propias palabras, en Le Soud-Ouest. Sin embargo, la situación en Francia cada vez era más difícil. Por eso, decidieron abandonar Europa y dirigirse a algún país americano. En junio de 1940 tomaban rumbo a México a bordo del Cuba, donde llegarían ese mismo año, dando inicio a su segunda etapa de exilio: el exilio americano que duraría hasta 1963.
Desde su misma llegada al país azteca, se le abrieron las puertas del periodismo. Sus colaboraciones empezaron a aparecer en diferentes revistas y periódicos. Primero fue en la revista Rumbo. En 1941 era ya redactora jefe y directora de la revista El hogar (1941-1949) como con posterioridad de la revista Mujer. Durante ese mismo tiempo, alternó su dedicación al periodismo con otros trabajos como el de guionista de programas radiofónicos, escritora tanto de novela como de teatro, etc. Esta frenética actividad cultural le ayudó en gran medida a integrarse en su nuevo país de residencia. Pero nunca olvidaría su origen vasco. Por eso, su nombre no sólo aparecía en publicaciones mexicanas sino también en otras diversas publicaciones de la comunidad vasca del exilio: Eusko Deya , Tierra Vasca, Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos, Gernika, etc.
Su vida transcurrió en diferentes lugares de México. Los diez primeros años los pasó en México D.F., donde nacerían sus otras dos hijas: Esther (1943) y Ana María (1947). Más tarde otras ciudades serían su lugar de residencia y trabajo: Michoacán, Caborca, Santa Ana, Hermosillo. Este cambio de geografía iba a ser fundamental en su actividad literaria. Si exceptuamos unas primeras novelas cortas, escritas por razones económicas, «para cambiarlas por pan», tal como nos dice la propia escritora, su siguiente producción se bifurca en temáticas de sus dos tierras: México, país de residencia, y el País Vasco, tierra de origen. Michoacán le iba a servir de escenario para su novela La soledad y sus ríos (Madrid, 1975). Durante su estancia en el Desierto de Altar inició la redacción de su obra Cualquiera que os dé muerte (Barcelona, 1969). El mundo indio es dramatizado en El camino y la cruz (Drama en tres actos) (San Sebastián, 2001), etc Por otro lado, en México escribió también o por lo menos inició la redacción de otras obras de temática vasca: Nació en España (México, 1944), título clave en la narrativa del exilio, Sor Juana Inés de la Cruz. Claro en la Selva (biografía) (Buenos Aires, 1958), Juana de Asbaje, la monja almirante (Bilbao, 1970), etc. Todos estos títulos avalan una importante y sólida labor creativa.
Otro trabajo de Cecilia G. de Guilarte en México fue el universitario. En 1950 se trasladó a Hermosillo, capital del estado de Sonora. En esta ciudad iba a llevar una intensa vida social y cultural. Tomó inmediatamente contacto con la vida universitaria. Le nombraron jefe del departamento de Extensión Universitaria y directora de la revista Universidad de Sonora. Allí impartió clases de Historia del Arte e Historia del Teatro. En la misma Universidad de Sonora conoció a otra insigne exiliada vasca: la musicóloga Emiliana de Zubeldia, quien, como ella, impartía clases en dicha universidad. Una sincera amistad unió a las dos mujeres desde el primer momento.
La actividad cultural de Cecilia G. De Guilarte en tierras mexicanas fue tan intensa como plural. Se dedicó al periodismo y a la creación literaria, alcanzando una importante bibliografía de títulos de gran renombre; escribió ensayo, destacando sus estudios biográficos sobre diferentes personalidades vascas como Sor Juana Inés de la Cruz, Juana de Asbaje o sobre figuras del mundo mexicano como la biografía de El Padre Hidalgo, libertador (biografía) (Universidad de Sonora, 1958); compuso y estrenó con gran éxito obras dramáticas como La trampa (México, 1958); asumió la dirección de diferentes revistas y publicaciones mexicanas; mantuvo una viva actividad radiofónica; fue profesora universitaria encargada de materias como la historia del arte e historia del teatro; etc. Es difícil encontrar en el mundo del exilio una persona con una vitalidad intelectual tan enorme y con una dedicación cultural tan sólida. Cecilia G. de Guilarte aparece en los anales de México como una de las figuras vascas más estregadas al mundo de la cultura.
En 1959, a causa de un grave accidente automovilístico que le postró durante muchos días en una situación crítica, tomó plena conciencia de la muerte, lo que le acrecentó aún más la nostalgia del país y la añoranza de la fe. Recuperó las creencias religiosas del pasado al mismo tiempo que soñaba con más fuerza con la idea del retorno. En 1964 regresó a Tolosa, donde vivirá hasta su muerte en 1989. Su adaptación a su tierra no fue sencilla ni la vida fue fácil. Euskadi no era la tierra ni la gente que ella dejó en 1937. El peso de la historia era muy fuerte. Tuvo que mantener, siempre con dignidad y con orgullo, el estigma del exilio. Sin embargo, desde su llegada al País Vasco vivía la añoranza por su otra tierra: México. Como una gran mayoría de exiliados vivió entre dos orillas, añorando la tierra ausente, ya que el país de acogida se les hizo tan suyo que no pudieron prescindir de él. Fue ésta la tragedia de un segundo exilio o desarraigo emocional, el exilio de la «tierra de exilio». Por otra parte, en México quedaba parte de su familia: su hija mayor Marina y su marido Amós, quien se negó a pisar suelo español mientras viviera Franco. Vivió con dolor la separación de parte de la familia y el distanciamiento de una tierra a la que llegó a querer con verdadera pasión. Por eso, su vuelta Euskadi tuvo desde un primer momento cierto sabor agridulce, mezcla de alegría y de tristes nostalgias.
En el País Vasco no olvidó ni marginó sus actividades de siempre. Colaboró en La voz de España, donde escribió, además de numerosos artículos, diversas crónicas, entre las que destacan dos de carácter autobiográfico y de fuerte peso nostálgico: una evocativa de la época del Madrid de preguerra «Los años de las verdes manzanas» y una segunda que trataba el camino del exilio desde Francia a México «Un barco cargado de…». Publicó en este mismo diario diversas entrevistas. Entre éstas, recordaba con verdadero cariño la que le hizo al Premio Nobel Miguel Í ngel Asturias, aunque fuera una entrevista que se publicara en el diario Novedades de México. Escribió nuevos ensayos; retocó sus novelas escritas en tierras mexicanas. Obtuvo con algunas de ellas importantes premios nacionales. Quedó finalista del Premio Planeta de 1968 con su obra Todas las vidas. En 1969 con Cualquiera que os dé muerte, texto modificado y corregido de Todas las vidas, consiguió el Premio Í guilas dotado con 250.000 Ptas. Cecilia siguió viviendo en y por la escritura. Con carácter póstumo aparecieron en la Editorial Saturrarán de San Sebastián en el año 2001 dos nuevos títulos: Trilogía dramática y Un barco cargado de…
Mantuvo igualmente un actividad cultural importante. Dio conferencias sobre temas varios. Tomó parte en mesas redondas y participó como miembro del jurado de diferentes premios literarios, entre los que puede destacarse el Premio Ciudad de Irún. En 1980 desaparece La voz de España. Fue un duro golpe para Cecilia. Dejaba de existir el diario donde habían aparecido la gran mayoría de las colaboraciones de su época de retorno. Dejó de escribir, pero continuó con su afición a la lectura. Seguía siendo una empedernida lectora. El tiempo pasaba, los años aumentaban y la fuerza física iba mermándose. Poco a poco la salud se le fue deteriorando. Pudo reponerse de situaciones muy delicados hasta que su corazón dejó de funcionar. Murió en Tolosa el 14 de julio de 1989. Como afirma Maravillas Villa en el trabajo introductorio a la obra Trilogía dramática con su muerte «desaparecía una mujer de acción y de corazón. Pero nos dejaba una importante obra literaria… y nos legaba una filosofía de vida: el amor como sentido y como razón de existencia».
Obra
Locos y vencidos, Barcelona, Edit. Urales, 1935 (novela corta).
Mujeres, Barcelona, Edit. Urales, 1935 (novela corta).
Rosa del rosal cortada, San Sebastián, la novela corta, 1936 (novela corta).
Camino del corazón, México, Edit. Delly, 1942 (novela corta)
El milagro de la vida, México, Edit. Delly, 1942 (novela corta).
Orgullo de casta, México, Edit. Delly, 1942 (novela corta).
Nació en España, México, Edit. Mijares, 1944 (novela)
La trampa, México, Edit. Costa Amic, 1958 (drama).
Sor Juana Inés de la Cruz. Claro en la selva (Biografía), Buenos Aires, Edit. Ekin, 1958 (ensayo biográfico).
El Padre Hidalgo, libertador. Biografía, Hermosillo, Edit. Universidad de Sonora, 1958 (ensayo biográfico).
Cualquiera que os dé muerte, Barcelona, Edit. Limosa, 1969 (novela).
Juana de Asbaje, la monja almirante, Bilbao, 1970.
La soledad y sus ríos, Madrid, Medit. Magisterio Español, 1975 (novela).
Trilogía dramática, San Sebastián, Edit. Saturrarán, 2001 (Dramas: El camino y la cruz, Contra el dragón y La trampa).
Un barco cargado de… San Sebastián, Editorial Saturrarán, 2001 (recopilación de cuentos y artículos).
La labor periodística de Cecilia G. de Guilarte supera los 500 artículos.
Bibliografía
ASCUNCE, José Ángel: «El teatro en el exilio vasco; fenómeno dramático y género literario», El exilio teatral republicano de 1939 (Ed. Manuel Aznar Soler), Barcelona, Gexel, 1999, pp.
ASCUNCE, José Ángel «Cecilia G. de Guilarte: deber y vocación de una escritora», Diario Vasco, San Sebastián, 4 de junio de 1991, p. 66.
AZNAR SOLER, Manuel: «El teatro del exilio de Cecilia G. de Guilarte», Sesenta años después/ Euskal erbestearen cultura (Eds. Xavier Apaolaza, J. A, Ascunce e Iratxe Momoitio), Vol. II, San Sebastián, Edit. Saturrarán, 2000, pp.183-204.
JATO, Mónica: «Cecilia G. de Guilarte: el discurso del sujeto femenino en el exilio»,
Españolas del siglo XX promotoras de la cultura (Eds. Mª José Jiménez Tomé Y Isabel Gallego Rodríguez), Málaga, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2003, pp. 199-243.
VILLA, Maravillas: «Introducción», Cecilia de Guilarte: Trilogía dramática San Sebastián, Edit. Saturraran, 2001, pp. 13-63.
VILLA, Maravillas: «Introducción. Manzanas verdes y amargas», Cecilia de Guilarte:
Un barco cargado de … , San Sebastián, Edit. Saturrarán, 2001, pp. 11-31.